Los jugadores del Real Madrid se desplazaron desde el aeropuerto hasta la ciudad deportiva a recoger sus vehículos y a la salida fueron sorprendidos por un reducido grupo de aficionados, que comenzaron a insultar a los jugadores y a golpear algunos de sus coches, ante la mirada atónita de un miembro de seguridad del club.
Gareth Bale fue uno de los que peor parado salió, recibiendo toda clase de improperios y acelerando de improviso cuando su automóvil fue golpeado, lo mismo que ocurrió con Jesé. El canario estuvo a punto de encararse con los agresores, pero finalmente decidió marcharse.
Quien sí frenó fue el capitán Sergio Ramos, quien a la vista de los sucesos paró su automóvil y trató de dialogar con los agresores, quienes con él mantuvieron una actitud mucho más correcta.
En el entorno madridista, sin embargo, se tiene claro que la derrota en el Camp Nou ha dejado al equipo de Carlo Ancelotti más pendiente que nunca del Barça, descolgado a cuatro puntos y con solo diez jornadas por disputarse, lo que explica el creciente descontento con los futbolistas.
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